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México después de Ayotzinapa

By on septiembre 15, 2015

Marco V. Herrera  |

 

Ayotzinapa es un asunto que le va a dar un giro a la política nacional. Habrá un México antes y un México después de que se resuelva el caso, cualquiera que sea su desenlace.

Ello, porque este desafortunado hecho ha logrado lo que nadie había podido hacer: elevar la conciencia nacional sobre la estupidez, irresponsabilidad y falta de pericia de los políticos en México. Y expongo mi teoría…

Estupidez, porque muchos políticos, sobre todo los de la izquierda, siguieron el camino fácil, como habitualmente acostumbraban, de querer culpar al gobierno federal, al PRI, al PAN, a los delincuentes, a los marcianos o a cualquiera que apareciera enfrente de ellos, de una culpa que ellos fueron construyendo en Guerrero o Michoacán, y pronto en Morelos y Tabasco, ya sea por acciones bien definidas para la búsqueda de un beneficio personal o por el simple hecho de hacerse de la vista gorda en acciones de gobierno en el momento en que gobernaron o gobiernan.

Un ejemplo burdo es el caso de las mantas que se colocaron en la Cámara de Diputados diciendo “Fue el Estado”, cuando el gobernador y la mayoría de los presidentes municipales son de su partido. En este sentido podemos incluir las acciones, ya en desuso, de Cuauhtémoc Cárdenas, AMLO y el mismo padre Solalinde, que en su afán de seguir buscando reflectores, se quieren subir a los movimientos de queja del IPN y de Ayotzinapa, y se han enfrentado al rechazo de los manifestantes, padres de los desaparecidos o a la misma opinión pública. La conciencia social ya está en otro nivel, ya no acepta el oportunismo político, y en este caso, hoy los políticos escupen hacia arriba y ni cuenta se dan que les cae en la cara.

Irresponsabilidad, porque por defender sus malas acciones, sus negocios corruptos o los beneficios que les da el puesto político, no se están dando cuenta de los cambios en la sociedad, o no están viendo las necesidades de los gobernados. Técnicamente, los partidos políticos se están enfrentando al grado máximo de desconfianza. Y hablamos de la peor de las desconfianzas, no confían ni en sus propios militantes, y ahora menos en sus futuros candidatos. ¿Cómo habrán visto el riesgo para la futura elección, que hasta ahora ellos mismo están queriendo enviar sus listas de candidatos a la PGR para que se revisen sus antecedentes políticos? Y me viene a la mente aquel alcalde que sólo robó poquito, o muchos casos de servidores públicos que han delinquido y no se ha perseguido ningún delito. México ya no puede continuar sin que pase nada; urge empezar a actuar en contra de los malos políticos, y los futuros candidatos deben aprender a servir, a gobernar y no a servirse del puesto.

Finalmente, falta de pericia. En este manejo de crisis pareciera que el gobierno federal está perdiendo la batalla en la opinión pública. Como experto en manejo de crisis y estrategia, superficialmente pudiera coincidir con otros expertos en que sus reacciones han sido lentas y poco eficientes, pero como analista político, es importante considerar el entorno oculto y las fuerzas políticas que se mueven detrás de todos estos movimientos.

A pesar de que hubiéramos querido acciones más contundentes para el manejo de esta crisis, hoy llego a una conclusión importante: todo parece indicar que este movimiento posterior a los hechos de Ayotzinapa, que si lo unimos con los del IPN y algunas universidades, considero que definitivamente no es un movimiento social, como muchos quieren que parezca, y todo indica que es un complejo asunto criminal entre delincuentes, a lo que se suma la ineficacia institucional y que está siendo aprovechado por políticos que quieren apoderarse del tema, pero al estar en el ámbito judicial, poco a poco han ido desapareciendo los oportunistas.

Muchas presiones de fondo que vienen de muchos sectores juntos y en donde algunos se suman al momentum y otros más pueden estar directamente asociados. Recordemos que cambiar el statu quo de un país no es un tema fácil, además de que el contexto internacional también tiene su espacio.

Otro asunto que podría estar afectando el modelo de actuación en la crisis es el objetivo de lograr que en este país se cumpla la ley y se respete el ámbito de las soberanías estatales y federal, lo que pudo, también, haber cambiado el criterio de actuación ante dicha crisis.

Esta situación movió conciencias, cierto, pero también la sociedad, como tal, deberá aprender a tener oídos sordos a las simples quejas que acostumbran culpar al gobierno federal de todo, así como pedir todas las soluciones al gobierno. Bajo esta lógica, la fuerza del Estado no es una varita mágica.

Esperemos que esta conciencia tenga un fruto en la sociedad y en cada uno de nosotros, primero para que en las próximas elecciones nos fijemos bien quiénes son los candidatos de cualquiera de los partidos, y en segunda, para entender que cuando la sociedad se une se podría hacer mucho por nosotros y por el país.

 

 

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